Este año, la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación estima que la medida ha supuesto una reducción del 9,8% el consumo de iluminación en los hogares, lo que equivale a un ahorro de 250 millones de euros en gasto energético y a una reducción de la emisión de alrededor de un millón de toneladas de CO2 a la atmósfera.
¿Y cómo nos afecta el cambio de hora?
Según Ricardo Martínez Murillo, investigador del Insituto Cajal, adjunto al CSIC, las consecuencias de atrasar o adelantar una hora «nos somete a una adaptación al nuevo ritmo que se nos plantea».
Nuestro organismo, como el de cualquier ser vivo, está sometido a a muchos cambios de luz y en algunas ocasiones a algunos les cuesta adaptarse más que a otros. «Las personas proclives a la depresión suelen recaer en otoño cuando hay menos horas de luz».
En esto interfiere el sistema nervioso y el cerebro. Cuando entra la luz en la retina produce estímulos al cerebro, que regula los niveles hormonales de melatonina y serotonina (hormona de la felicidad)al percibir el cambio de horas de luz que recibe.
«La sensación que nos deja es parecida al 'jet lag' pero más liviano. Al individuo le cuesta conciliar el sueño, sobre todo a los niños y a los ancianos», aclara Ricardo Martínez quien añade que «el cambio de hora provoca fatiga, cansancio y alteración en las horas de la comida»
«Las personas más sensibles sufren una abstemia prolongada de incluso un mes, pero lo habitual es que en tres días el ser humano se haya adaptado al cambio», señala el doctor Murillo quien aclara que esta medida se aplica en fin de semana para que «no nos afecte en el campo laboral».
Esto sobre todo le cuenta a los niños y ancianos.
Personalmente... mientras me dejen dormir una hora más, genial. Lo malo es que,claro, salimos una hora más tarde de clase... ¬¬'
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